Podes hablar muy bonito, podes saber mucho de la Biblia, podes orar de una forma excelente, tu voz puede parecerse a la de un ser angelical, pero si tu vida no refleja todo lo que dices, entonces es un vil mentira.
En el cristianismo lo que cuenta son las acciones y no tan solo las palabras. Si yo digo amar a Dios pero mi vida es desordenada y vacía en cuando a mis acciones, entonces ¿Dónde está el amor que digo tener por Dios?, ese amor me tendría que llevar a vivir una vida agradable a Dios, una vida que refleje mi amor por Dios, una vida que tendría que ser ejemplo para otros que cómo yo aman y quieren obedecer a Dios.
Hoy en día todos nos hacemos sabios, queriendo dar consejos a medio mundo de lo que tienen o no tienen que hacer. Las redes sociales hoy están llenas de gente “sabia” que escribe cada frase que se le viene a la mente sin pensar realmente si es acertado lo que se dice o no.
Por ejemplo: Mientras muchos “cristianos” se esmeran en recalcarle a la gente que no tienen que hacer 'exhibicionismo religioso' en su “Facebook” porque Dios no tiene Facebook, yo leo la Biblia que dice: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.” 1 Timoteo 2:8 (Reina-Valera 1960).
Ahora bien, yo me hago una pregunta: ¿Qué prefiere Dios?, ¿que publiquemos fotos “sexys”, videos “chistosos”, memes, palabras y frases fuera de lugar que dejan en evidencia lo que nuestro corazón contiene?, yo no se vos, pero en lo personal prefiero que escriban cuantos versículos quieran en su Facebook, porque aunque algunos lo pueden interpretar mal.
Insisto: Es preferible escribir versículos en tu Facebook que escribir otra clase de publicaciones que lo único que hacen es dejar en evidencia el mal testimonio que das y la falta de comunión con Dios que hay en ti. Con esto no quiero decirte lo que tienes o no que publicar en tu muro, eres libre de escribir y publicar lo que quieras, pero por favor, si eres cristiano de verdad no evites que otros quieran manifestar en publico lo que tú no puedes o no quieres y lejos de hacer, permites que tus publicaciones sean hasta de tropiezo a otros que lastimosamente te tienen como ejemplo de cristiano.
Lo que haces o dices es el reflejo de tu comunión, no me vengas a decir que amas a Dios, que eres un excelente cristiano, si tu testimonio o tu vocabulario no reflejan que eso es así.
Jesús lo dijo de está manera:
"Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca."
Lucas 6:44-46
Todos tenemos deseos naturales hacia el mal y no los podemos ignorar. A fin de seguir la guía del Espíritu Santo debemos enfrentarlos con decisión (crucificarlos, Gálatas 5:24). Estos deseos incluyen pecados obvios tales como inmoralidad sexual y hechicería. También incluyen pecados menos obvios como la ambición, el odio y los celos. El ignorar nuestros pecados o rehusar enfrentarlos revela que no hemos recibido el don del Espíritu que guía y transforma nuestra vida.
No creas que tu pecados o habitos pecaminosos van a quedar en el secreto de tu habitación o en tu circulo de amigos no cristianos y que nadie en tu casa o en la iglesia notará que hay en tu corazón pues Gálatas 5:19 dice: "Y manifiestas son las obras de la carne"
Hoy quiero invitarte a honrar a Dios con lo que haces, con lo que dices y hasta con lo que piensas. Dios se merece todo nuestro esfuerzo, él se merece que intentemos y logremos cada día ser mejores para Él.
Debemos dedicarnos con fervor a mortificar las obras del cuerpo y a caminar en la vida nueva sin desear la vanagloria ni desear indebidamente la estima y el aplauso de los hombres, sin provocarse ni envidiarse mutuamente, sino buscando llevar esos buenos frutos con mayor abundancia, que son, a través de Jesucristo, para la alabanza y la gloria de Dios.
Que nuestras acciones honren a Dios y hablen en bien de Él porque al fin y al cabo nosotros somos representantes de Cristo en este mundo, aunque no quisiéramos que fuera así la gente pone su mirada en nosotros y en lo que hacemos y una de las mejores formas de ganar a la gente para Cristo es demostrarles que hemos sido transformados por su poder y que ya no somos los mismos que antes y que ahora vivimos para Dios.
¡Tu testimonio y tus palabras son el reflejo de tu comunión con Dios!
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